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Todos tenemos la sensación de conocer la gran manzana, de haber estado en sus calles y entre los enormes rascacielos de Manhattan. La infinidad de películas que la incluyen como telón de fondo ayudan a darnos esa familiaridad con la ciudad, pero todo eso queda en nada la primera vez que la pisas. Acompáñanos en nuestra aventura por Nueva York en una semana.

Esta es la crónica de nuestra semana en familia en Nueva York y esperamos que disfrutes tanto leyéndola como nosotros recordándola.


Día 1: Llegada y primera noche

Nuestro viaje comienza con una escala de tres horas en el aeropuerto de Lisboa, puesto que volamos con TAP Air Portugal. Tenemos por delante un vuelo de unas ocho horas, llegando a Nueva York poco antes de las 15h. El sol se pone en noviembre en Nueva York sobre las 17:30, por lo que la primera impresión de la ciudad será en todo su esplendor lumínico.

Tras aterrizar en el aeropuerto Internacional de Newark nos dirigimos en hasta la terminal de trenes del aeropuerto con el AirTrain y allí tomamos el Northeast Corridor hasta la estación Pennsylvania, a unos 30 minutos, en el corazón de Manhattan. A unos 6 minutos a pie de la estación se encuentra nuestro hotel, La Quinta Inn, a los pies del Empire state Building (actualmente el hotel ha cambiado de nombre). Tras hacer el check-in y habiéndonos acomodado en la habitación, volvemos a la calle para comenzar a disfrutar de la ciudad.

El Madison Square Garden de Nueva York
El Madison Square Garden y el Empire State Building

Son ya las 17:30 y la primera parada obligatoria es la tienda de fotografía B&H Photo Video, situada cerca de la estación de Pennsylvania, por lo que deshacemos nuestros pasos cruzando Broadway y la 7th Ave y pasando junto al imponente Madison Square Garden. En la tienda, compramos un objetivo gran angular que necesitamos para capturar la enormidad de alguno de los lugares que visitaremos durante nuestra estancia en la ciudad. Si te interesa la fotografía, te recomiendo tanto la tienda física de B&H Photo Video como nuestro post Fotografiando Nueva York.

Nuestra intención para la primera noche es ir hasta Times Square y cenar en algún restaurante de la zona, por lo que volvemos hacia el Madison para tomar la 7th Ave en dirección norte. Son las 19h y Alba nos guía hasta el restaurante Ellen’s Stardust Diner, en el que sus camareros y camareras representan entretenidos números musicales. El local es tan estrecho y está tan lleno que los camareros nos hacen dejar el carrito de Biel fuera, en la calle. Nos aseguran que a la salida seguirá ahí, así que nos fiamos de ellos y entramos en el local. Nos acompañan al piso de arriba, a una mesa cercana a la barandilla y desde la que vemos la planta inferior, mientras un camarero nos trae las cartas.

El restaurante Ellen's Stardust Diner, nuestra primera cena en Nueva York en una semana.
El restaurante Ellen’s Stardust Diner

Mientras elegimos qué queremos cenar, varias camareras comienzan a representar un número de Los Miserables, y poco a poco otros empleados se van uniendo al show hasta terminar en un gran número musical con cantantes repartidos por las dos plantas del restaurante. ¡Ha sido un espectáculo muy divertido!

Pedimos nuestra cena y probamos alguno de los platos clásicos americanos, como los Mac & Cheese, los famosos macarrones con queso.

Con el estómago lleno, volvemos hacia el sur y no podemos evitar entrar en alguna de las tiendas de Times Square, como la de Disney o la de M&M, en las que Biel alucina, como era de esperar.

Son ya cerca de las 21h y estamos cansados del viaje, por lo que decidimos dejar algo para los días siguientes y volver al hotel a descansar.


Día 2: Downtown y Brooklyn

Machacados por el cambio de huso horario y asimilada la emoción de la noche anterior nos damos cuenta de lo cansados que estamos y del desajuste de sueño que arrastramos. Tanto Alba como yo nos levantamos cerca de las 5 de la mañana, que son más o menos las 11 de la mañana en España, con mucha sensación de sueño y a la vez sin poder dormir: un jet lag de manual. Tenemos por delante un par de horas hasta que abran el desayuno en el hotel, por lo que aprovechamos para activarnos un poco con una buena ducha, mientras Biel ve un resumen de la NASCAR en la televisión, a grito de «¡Rayo McQueen!».

El bufé de desayuno continental del hotel no está mal, aunque está en la parte baja de nuestro particular «ranquin de los desayunos de hotel»: hay una buena selección de pan de molde, baguels y pan al corte, tortitas con sirope o mermelada y algunas pastas. También hay zumos, café, leche y refrescos. Nada del otro mundo pero suficiente para iniciar el día con ganas. Hoy vamos a ver todo el distrito financiero de Manhattan y cruzaremos por el Brooklyn Bridge para ver la zona mas al oeste de Brooklyn.

Iniciamos nuestro recorrido con el que sería el punto de partida de casi todos los días: la parada de metro de la Herald Square. El metro nos lleva hasta la parada de South Ferry, en el Battery Park, porque vamos a tomar el ferri a Staten Island para ver la Estatua de la Libertad. Nos hemos decidido por esta opción y no por el ferri que va a Liberty Island porque este último va directo a Liberty Island, lo que da pocos puntos de vista sobre la colosal estatua y porque el primero es gratuito. Tomamos el ferri de las 8h, que es en plena hora punta, aunque a la ida no hay demasiada gente.

El trayecto dura unos 23 minutos y aproximadamente a medio camino, el ferri pasa junto a Liberty Island, a poco más de 700 metros de distancia de la Estatua de la Libertad.

Consejo

Te aconsejamos que, una vez embarques, te quedes en la parte posterior del ferri, subas a la primera cubierta y accedas al exterior. Tendrás unas vistas privilegiadas de Manhattan mientras el ferri se aleja del embarcadero.

Una vez llegados a la terminal de Staten Island tomamos el ferri de vuelta a las 8:35. Nos temíamos que tendríamos que esperar a las 9, pero conseguimos escabullirnos entre la multitud (la hora punta sí se nota en el trayecto hacia Manhattan) para entrar en el mismo barco que nos ha traído a la ida.

De vuelta en Manhattan paseamos por el Battery Park, un pequeño pero encantador parque en el que nos cruzamos con varias ardillas en busca de su desayuno. En este parque hay varios lugares interesantes, entre los que destaca el East Coast Memorial, un monumento que conmemora a los militares estadounidenses que murieron en el Océano Atlántico occidental durante la Batalla del Atlántico. También hay una estatua curiosa, el American Merchant Mariners’ Memorial, que muestra a cuatro marinos después de que su barco haya sido hundido por un U-Boat alemán. Uno de ellos está en el mar y la marea alta lo cubre, dos veces al día.

Nos dirigimos ahora hasta el extremo sur de Broadway, con la famosa escultura de bronce del toro de Wall St. Seguimos por Broadway unos metros y callejeamos hasta Broad St, calle en la que se encuentra la sede de la bolsa de Nueva York, el New York Stock Exchange. Frente al edificio se encuentra el Federal Hall, con una imponente escultura de George Washington frente al pórtico. Biel se ha dormido, porque para él ya es la hora de la siesta (son casi las 16h en España y él sigue con su horario).

Seguimos subiendo por Manhattan hasta Century 21, un outlet de moda que se encuentra en Cortlandt St, esquina con Church St (actualmente desaparecido). Allí pasamos una buena hora buscando entre bolsos, camisetas, pantalones y demás prendas de moda, pues no son pocos los encargos que tenemos de familiares y amigos. ¡Esperamos no tener problemas con la maleta y que nos quepa dentro todo lo que tendremos que empaquetar!

El Ground Zero

Tras el frenesí consumista, aunque sin haber comprado nada, seguimos hacia el oeste hasta la Ground Zero, el complejo memorial del 11S y el lugar en el que se hallaban las Torres Gemelas. En la plaza se encuentran dos enormes piscinas en lo que eran los cimientos de las torres, con miles de nombres escritos de las victimas del atentado. El silencio es sobrecogedor, a pesar de estar rodeados de gente, y se respira en el ambiente el mimo con el que tratan este tema los norteamericanos.

Tras pasear unos minutos por el memorial, nos dirigimos a la recepción del museo, el National September 11 Memorial Museum. Entramos a las 11h y dentro el silencio y el respeto por lo sucedido en 2001 es abrumador. En los cimientos de las torres se encuentran salas repletas de objetos, de recuerdos, de testimonios y de videos de aquel día, en el que es uno de los museos más sobrecogedores que hemos visitado. En una sala en la zona de la torre 2 se proyecta un audiovisual con todos los nombres de los fallecidos aquel día y los mensajes de sus familiares, dedicados para la ocasión. Es una forma preciosa de honrar a toda la gente que murió ese día, aunque no es apta para los más aprensivos.

El antes y el después de la fatídica mañana

Tras dos horas de caminar por las diferentes salas del museo, salimos al exterior y nos dirigimos hacia el McDonald’s más cercano, en Broadway, para almorzar alguna cosa. Los restaurantes de esta cadena norteamericana tienen bastantes diferencias con lo que conocemos en España, desde el aspecto hasta las hamburguesas, que suelen ser más simples y con menos opciones de acompañamiento. Sin embargo, lo que más salta a la vista en este, concretamente, es el gran cartel con las marquesinas de las cotizaciones de la bolsa y que hay un DJ pinchando en directo.

Al finalizar nos dirigimos hacia el norte para tomar Park Row y el Brooklyn Bridge. La distancia entre el City Hall Park y el puente de Brooklyn propiamente, es mucho mayor de lo que podría parecer. Hay unos 670 metros desde el inicio del Brooklyn Bridge hasta el primer arco sobre el agua, aunque el hecho de irse acercando al icónico puente y dejando atrás los rascacielos del Downtown es una estampa espectacular.

El puente de Brooklyn tiene un encanto especial, ya sea por su estructura de piedra, madera y cable de acero o por lo característico de sus formas, y caminar por él es como estar dentro de una película. Hemos tenido la suerte de que no hay mucha aglomeración, quizá porque estamos cruzando temprano, y eso nos permite pararnos a hacer fotos donde queramos.

Cuidado con las bicis

Es importante saber que el puente cuenta con un carril bici central por el que los peatones NO deben circular. Es peligroso y puede ser motivo de un buen enfado el entorpecer el paso de un ciclista en el puente.

Aproximadamente tras una hora de caminar y de hacer centenares de fotos en el puente, llegamos al otro extremo. Son casi las 16h y aprovechamos para parar en la pastelería One Girl Cookies para comer unos cupcakes e ir al baño. La verdad es que los pastelitos están deliciosos. Tenemos una hora hasta que anochezca y nos dirigimos a Pebble Beach para ver la puesta de sol.

Dos fotógrafas en Pebble Beach
Dos fotógrafas en Pebble Beach

No somos los únicos… la playa está llena de curiosos y fotógrafos esperando a lo mismo que nosotros: la puesta de sol detrás de los rascacielos de Manhattan. Alba y Biel aprovechan para dar una pequeña vuelta por el parque y subir a algunos columpios mientras yo preparo el trípode y la cámara para capturar el momento.

Cada pocos minutos, con el sol cayendo hacia el horizonte, la foto sale más bonita. Una hora da para muchas fotos y casi a las 17h dejamos Pebble Beach para buscar otro punto de vista sobre Manhattan. Vamos hacia el Brooklyn Bridge Park, algo más hacia el oeste.

A medio camino se encuentra el Jane’s Carousel, un impresionante tiovivo del año 1922. Biel quiere subir y tras un puñado de vueltas seguimos nuestro camino.

Al llegar al punto que tenía marcado para intentar sacar una foto, nos damos cuenta de lo espectacular que es Manhattan de noche. Las miles de luces que iluminan las ventanas dejan en nada la luz que pudiese haber en el cielo.

Panorámica desde el Brooklyn Bridge Park
Panorámica desde el Brooklyn Bridge Park

Son las seis menos cuarto de la tarde y ya es de noche en Nueva York, por lo que volvemos hacia el extremo sur del Brooklyn Bridge para tomar el metro en la estación de York St. Desde allí nos dirigimos hasta Herald Square para entrar en Macy’s a comprar algunos encargos.

Macy’s es espectacular: 8 plantas repletas de moda, complementos y establecimientos de restauración. La cadena ofrece un descuento a los extranjeros de un 10% sobre los precios marcados y aplicable a otros descuentos de las diferentes stores. Algo antes de las 20h salimos del centro comercial vamos hacia la 7th Ave para cenar en Sbarro, una conocidísima cadena de pizzerias. Elaboran las tradicionales pizzas de NY, con masa gruesa y esponjosa, y los locales las comen por cuñas y con la mano, doblándolas por la mitad. Nuestra opinión es que las pizzas no tienen mucho de especial y tras la cena volvemos al hotel a descansar las piernas (hemos caminado más de 9km empujando el carrito por las calles y eso se nota en los pies) y la mente. Nos vamos a dormir habiendo visitado una de las partes más emblemáticas de la ciudad y deseando que llegue mañana para ver otra: el Central Park.


Día 3: Sur de Central Park y 5th Ave

Aún con algo de jet-lag, hoy nos levantamos algo más tarde, pero a las 7:35 ya estamos en la calle. Según teníamos planeado, esta mañana vamos a desayunar en el Tick Tock Diner, en la 8th Ave con la 34th St. Allí tomamos el típico desayuno americano: Alba una montaña de pancakes con sirope de arce y un buen café latte, Biel un sandwich de pastrami con un vaso de leche y yo un breakfast burrito con un té frío. También nos traen unos huevos fritos para compartir. Esto no debería hacerse más de una vez a la semana, porque ¡qué empacho!.

Con el estómago lleno y sabiendo que vamos a quemar todo el desayuno, tomamos el metro en la parada 34 St – Penn Station. Está en la misma esquina, y vamos en dirección norte hasta la estación del Museum Of Natural History Station, en Central Park West con la 81 St. Desde allí cruzamos el parque hacia el este, por la travesía de la calle 79 hasta el Metropolitan Museum of Art. Decidimos no entrar en el museo para que nos dé tiempo a visitar toda la parte sur de Central Park. Cerca del MET se encuentra el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, el enorme lago que divide el parque en dos.

Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir
El lago Jacqueline Kennedy Onassis

No hay ni una nube en el cielo y la temperatura es ideal para que el día en el pulmón de Nueva York sea memorable. Desde el gran lago tomamos uno de los muchos caminos que discurren hacia el sur y, tras unos 25 minutos, llegamos al Bow Bridge, un emblemático puente de piedra y acero. Justo antes de llegar, nos fijamos en que una señora que pasea a su perro se ha parado a hacerle una monería a Biel, y al llegar nosotros nos dice que tenemos un hijo muy simpático y alegre. Nos paramos a charlar unos minutos y nos acaba explicando algunos detalles de su vida: nos habla de su fallecido esposo y nos cuenta que era un músico reconocido. Ella resulta ser Laura Barbieri, la viuda del artista de jazz argentino Gato Barbieri, compositor de la banda sonora de El Último Tango en París, que acaba de fallecer pocos meses atrás. Coincidencias curiosas que solamente podrían ocurrir en Nueva York.

De nuevo siguiendo hacia el sur, llegamos a la fuente de Bethesda y a sus arcadas de 1860, cuyo techo está cubierto con más de 15.000 baldosas de la famosa empresa británica de cerámica Minton Tile Company.

Al sur de Bethesda se encuentra el Literary Walk, un largo paseo arbolado de 450m con esculturas de varios escritores, con una estatua de Cristobal Colón al final. Son cerca de las 11h y decidimos entrar en el Centro de Visitantes y ver la tienda de recuerdos de Central Park. El curioso edificio es de 1871 y en la tienda hay un poco de todo: camisetas, tazas, llaveros, peluches, libros sobre la historia del parque…

Para dar un respiro a Biel, nos dirigimos hacia el Heckscher Playground, un gran parque de columpios divididos en varias zonas. Hay una gran cantidad de gente paseando, leyendo, descansando los pies tras una larga caminata (como nosotros), pero también decenas de niños jugando en los columpios y demás atracciones.

Panorámica del Heckscher Playground
Panorámica del Heckscher Playground

Se acerca la hora de comer y queremos buscar un lugar que nos han recomendado: el Burger Joint de la calle 56. Nos dijeron que está escondido, y vaya si lo está. Su entrada se encuentra dentro del hotel Le Meridien, en un rincón oscuro tras la recepción, señalizado únicamente con un cartel de neón con la forma de una hamburguesa. Tras recorrer unos metros del oscuro pasillo, llegamos al establecimiento, que parece decorado por un loco: el menú, los carteles y prácticamente toda la decoración está hecha con cartón ondulado y escrita a mano con letras de colores. El contraste del lujo del hotel con la espontaneidad del restaurante es sorprendente. Eso sí, las hamburguesas están deliciosas. Compramos una para cada uno, con una bebida, y salimos de nuevo hacia Central Park para almorzar en la esquina de la 6th Ave con la 59th St.

Nos adentramos de nuevo en Central Park y vamos hacia el este, bordeando el lago The Pond, en el extremo más al sur del parque. Pasamos cerca del Gapstow Bridge, otro de los puntos más bellos de Central Park, y llegamos sobre las 13h al Zoo de Central Park.

Acerca del Zoo de Central Park

Aquellos que vayáis con ciertas expectativas creadas al Zoo por haber visto las películas de Madagascar, tenemos que confesaros que el Zoo no se parece en NADA al que aparece en las películas. El gran atractivo del recinto es un tigre blanco de las nieves y las focas de la piscina central, pero no hay jirafas, ni leones, ni zebras, ni hipopótamos.

Hay un gran recinto con multitud de aves y primates pequeños que es bastante interesante, así como una zona dedicada a los más pequeños con varios animales de granja a los que se puede tocar y dar de comer.

Lo que Biel más disfrutó fue una película en 4D de Ice Age que emitían en el cine y cuya entrada se incluye en la entrada general al zoo.

Después del zoo, damos por finalizada la ración de Central Park y decidimos entrar en la tienda que Apple tiene en la 5th Ave y que es tan conocida por su fachada: un gran cubo de cristal transparente. Hacia abajo hay varias plantas de tienda, repletas de productos de la famosa marca de la manzana. Casi no hay nada más cosmopolita que estar en la tienda de Apple en el centro de Manhattan.

Coincidencias…

No lo hemos mencionado todavía en este diario, pero nuestra llegada a Nueva York es el miércoles día 9 de Noviembre de 2016, el día siguiente a las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos que Donald Trump Ganó a Hillary Clinton. De hecho, tomamos el avión en dirección a los Estados Unidos intuyendo el ganador y al llegar el resultado se veía definitivo tras los primeros recuentos.

En Nueva York el voto fue por una mayoría abrumadora hacia el lado perdedor, así que los ánimos durante esos días estaban algo caldeados.

Al salir de la tienda y dirigirnos hacia el sur por la quinta avenida, pasamos por delante de la Trump Tower, custodiada por una gran cantidad de policías y periodistas, buscando la noticia post-electoral. Toda la avenida está cortada al tráfico y nos sorprende el gran despliegue policial, pero al llegar a la altura de la calle 52 nos damos cuenta del verdadero motivo: es el día del veterano y un gran desfile recorre la quinta avenida hasta ese punto. Nos quedamos un rato a ver el desfile y numerosos grupos de veteranos recorren la avenida a pie o montados en vehículos militares. También hay multitud de veteranos entre los espectadores, y muchos de ellos reciben un «thank you for your service» (gracias por tus servicios) de los demás transeúntes.

La Trump Tower de Nueva York
La Trump Tower

Tras una media hora decidimos deshacer nuestro camino hacia el norte y seguir bajando por la 6th Ave, por lo que cruzamos por la 53rd St, pasando frente al MoMA, el Museum of Modern Art. Llegamos a la sexta avenida y nos topamos con una pequeña manifestación de jóvenes que protestan contra la elección de Trump, con numerosos carteles con mensajes feministas y anti-racistas, entre otros. Un poco más al sur se encuentran los estudios de la productora NBC y decidimos entrar a su tienda de souvenirs a cotillear.

Seguimos caminando hacia el sur y al llegar a la calle 46 cambiamos de dirección hacia el oeste, hasta llegar a Times Square. Son cerca de las cinco y media de la tarde y ya es totalmente de noche, por lo que vemos de nuevo el cruce de Broadway y la séptima avenida en todo su esplendor. Es sorprendente la cantidad de luz que producen los neones y uno podría estar horas viendo todos los detalles de cada uno de ellos.

Las luces de Times Square

Comenzamos nuestro regreso al hotel caminando hacia el sur por Broadway. Llegamos a Macy’s, donde entramos de nuevo para seguir buscando vaqueros para casi toda la familia. Se nos hace un poco tarde y decidimos cenar algo rápido en uno de los restaurantes del centro comercial para llegar rápido al hotel porque, tras la caminata, estamos destrozados.


Día 4: High Line y centro de Manhattan

Tras el desayuno de rigor, esta vez de nuevo en el hotel, salimos a la calle a las 9:20 en dirección oeste. Hoy visitaremos la zona de Chelsea y el West Village, paseando primero por la High Line, una antigua línea elevada de metro reconvertida en parque. Tomamos la calle 30 hasta llegar a la 10th Ave, punto en el que se halla uno de los primeros accesos a la High Line.

Cómo planificamos nuestras rutas

Cuando planificamos rutas con niños, solemos dejar bastante tiempo libre y pausas entre los diferentes ítems de la ruta, por si nos retrasamos, por si surgen imprevistos o por si los niños necesitan parar. Al ir solo con Biel en el carrito, casi todos los días en Nueva York nos están sobrando horas, que rellenamos con visitas alternativas que ya tenemos previstas o con más tiempo de compras.

Al subir a la plataforma nos damos cuenta del encanto que tiene este paseo, pues en varios puntos son todavía visibles las antiguas vías entre la vegetación. La High Line recorre el barrio de Chelsea, uno de los más activos en cuanto a la cultura urbana de Nueva York. En sus más de 2 kilómetros de largo, serpentea entre edificios (o incluso por dentro en algunos puntos) y alberga exposiciones de arte, escultura o poesía y otras actividades que puedes consultar aquí. También hay multitud de grafitis y arte urbano en las paredes que dan al paseo.

A la altura de la calle 17 hay un mirador hacia el norte, sobre la décima avenida, desde el que puede observarse el bullicio de coches que circulan por la zona. El paseo termina en el cruce de la calle Gansevoort St con Washington St, y desde ahí vamos hacia el norte, ya por la calle, hasta el Chelsea Market. Este mercado, situado frente a las oficinas de Google en Nueva York, es de lo más curioso: su decoración industrial es muy sorprendente y alberga multitud de tiendas de moda y de alimentación. Entre ellas destaca la taquería Los Tacos nº1, en la que se sirven algunos de los mejores tacos de la ciudad.

Salimos del mercado sobre las 12h y tomamos la 9th Ave en dirección al sur. Vamos a recorrer algunas calles del West Village en busca de dos edificios mundialmente conocidos: la casa de Carrie Bradshaw, el personaje de Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York y el edificio de apartamentos en el que viven Mónica, Rachel, Joey y Chandler de la serie Friends.

El primero se encuentra en el 66 de Perry St y, aunque no se puede subir la escalera, nos tomamos una foto rápida. Viendo los carteles nos podemos imaginar el calvario que habrán vivido los inquilinos del edificio.

El segundo edificio está en la esquina de Groove St con Bedford St y todavía mantiene el color rojo intenso en el local inferior, que en la serie alberga el café Central Perk.

En ambos casos solamente se usaban estas localizaciones para las tomas de exteriores, y en el caso de la serie Friends solamente para ambientación general y sin presencia de los actores. Sin embargo, tiene su gracia estar en estos dos lugares que hemos visto en la televisión tantas veces.

Seguimos por Bedford St hasta Morton St y de ahí pasamos a Blecker St de nuevo, para llegar hasta el Murray’s Cheese Bar, un restaurante especializado en quesos. Allí tomamos unos sandwich y un plato de los famosos Murray’s Classic Mac and Cheese, gratinados con pan rallado. ¡Delicioso!

Tras el almuerzo seguimos hacia el este para llegar a Washington Square, en el extremo sur de la 5th Ave. Al llegar al parque, repleto de gente, vemos varios artistas callejeros, decenas de mesas con gente de todas las edades y colores jugando al ajedrez, niños corriendo y gente pasándolo bien, en definitiva. En el extremo norte de la plaza se encuentra el Washington Square Arch, y bajo él, asistimos a un precioso recital de un cantante y un pianista, junto a muchas otras personas.

La 5th Ave desde Washington Square
La 5th Ave desde Washington Square

Un par de calles al este de Washington Square se encuentra Broadway a su paso por el East Village. Tomamos la larguísima calle hacia el sur y no podemos resistir entrar en varias tiendas como OMG Jeans, Urban Outfitters o Victoria’s Secret. Cuando Broadway cruza Canal St, nos encontramos ya en Chinatown, y ya se ve en el ambiente. Hay numerosos vendedores ambulantes de complementos de moda que te invitan a entrar en sus tiendas, así como restaurantes y establecimientos asiáticos allá donde miramos. En ese cruce tomamos el metro hacia el norte y nos bajamos en Times Square. Son las 17h y queremos ir a ver el ambiente nocturno del Bryant Park y su pista de patinaje.

La pista de hielo del Bryant Park
La pista de hielo del Bryant Park

El Bryant Park se encuentra en la sexta avenida, un par de calles al sur de Times Square y en la parte trasera de la biblioteca municipal. Al llegar, la música navideña inunda el ambiente y un gran número de patinadores hacen cola para entrar en la pista. Nos sentamos en unas sillas en primera fila y nos quedamos maravillados por el entorno. La gente está feliz y nosotros también, por estar en esta ciudad tan mágica. Tras casi media hora, decidimos dar una vuelta por el mercadillo de artesanía y alimentación que hay en navidad en el Bryant Park y tomar la sexta avenida hacia el sur, en dirección al hotel.

A medio camino, entre la calle 37 y la 38, paramos en el restaurante asiático Main Noodle Bar, en el que nos sirven las raciones de noodles más gigantes que hemos visto en nuestra vida. Biel está dormido, así que decidimos llevarnos los fideos sobrantes para que se los coma en la habitación. Llegamos al hotel sobre las siete y media, bien cansados y preparados para el madrugón de mañana: es domingo y toca ir a misa.


Día 5: Harlem y Museo de Historia Natural

Salimos del hotel a las 7:20 de la mañana, esta vez en dirección este para tomar el metro en la esquina de Park Avenue con la 33. Desde ahí vamos hacia el norte, hasta la estación 116 St en Harlem. Al salir a la calle, el ambiente es muy distinto al del centro de Manhattan o el Downtown y la gente nos saluda por la calle dándonos los buenos días. Nos dirigimos a la Bethel Gospel Assembly, en la esquina entre Madison Ave y la 120th St. Llegamos puntuales y a las ocho menos diez nos dan paso al interior, junto a los feligreses habituales. No nos dan instrucciones, ni nos sientan en un lugar habilitado para turistas. Simplemente nos dan la bienvenida.

A las ocho en punto comienza el servicio en el que se intercalan cantos gospel con sermones del pastor. En varios momentos del mismo acuden al estrado algunos feligreses a hablar o cantar y, sorprendentemente, todos tienen voces privilegiadas. La misa del domingo dura dos horas y, casi al final, el pastor menciona que mañana es el 99 aniversario de la congregación, por lo que están especialmente alegres ese día (otra curiosa coincidencia de las que suelen ocurrirnos durante nuestros viajes). Justo antes de que todos los asistentes nos deseemos la paz, el pastor alza la voz para preguntarnos a todos quien de nosotros es primerizo en la congregación, a lo que varios de nosotros respondemos levantándonos de nuestro banco. Algunos de los asistentes explican qué les ha llevado a asistir a la misa y acto seguido todos los feligreses se ponen en pie, se giran hacia el primerizo más cercano y nos dedican una sentida bienvenida y agradecimiento, que se siente de lo más sincero. Eso nos ha conmovido de verdad: la cercanía, la familiaridad con los foráneos y los turistas que tiene esta comunidad es admirable, más sabiendo cómo tratan a los visitantes en otras congregaciones más concurridas.

El restaurante Sylvia's
El restaurante Sylvia’s

La celebración termina a las 10:30 y vamos hacia el norte. En el Malcolm X Boulevard hay un conocido restaurante, Sylvia’s, en el que preparan un brunch (conjunción entre breakfast y lunch, es una comida que se toma a media mañana con la familia o los amigos) tradicional de domingo al estilo sureño, y no podemos perdérnoslo.

Pedimos un Southern Fried Chicken (un pollo entero empanado y frito) y unas salchichas con patatas y huevos, que acompañamos con unas mimosas, una bebida preparada con vino espumoso y zumo de naranja.

El local está lleno de turistas alucinando, igual que nosotros, con las diferentes preparaciones del restaurante, como el extravagante pollo frito con guarnición de gofres.

Salimos a las doce y cuarto hacia el sur, siguiendo Lennox Ave hasta el inicio de Central Park. Hoy nos toca visitar la parte norte del famoso parque, y serpenteamos por East Drive entre las colinas de su zona norte. Desde la cima de una de ellas tenemos una vista privilegiada a los campos de beisbol en los que varios equipos infantiles juegan la liga de fin de semana. Seguimos avanzando, cruzando una zona con decenas de campos de beisbol, hasta llegar a la parte norte del Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, que ya visitamos hace un par de días, y lo bordeamos por el oeste hasta llegar al American Museum of Natural History, la parada estrella del día.

Entramos en el museo por la zona de la exploración espacial y seguimos hacia las diferentes estancias repletas de maquetas de animales en su hábitat natural. Describir el contenido del museo es muy difícil y espero que con decir que tengo fotos de 65 dioramas de animales a tamaño natural valga con hacerse una idea de la magnitud de este. Es espectacular la cantidad de salas con diferentes tipos de animales, actuales y prehistóricos, recreados con una fidelidad pasmosa. Hay incluso una maqueta de una ballena azul a tamaño natural, el animal vivo más grande de la Tierra.

Tras más de 3 horas en el museo y con la sensación de que nos ha faltado mucho tiempo para verlo en su totalidad, salimos al exterior hacia Central Park de nuevo, para ver el mosaico en homenaje a John Lennon, asesinado a escasos metros en la puerta de su casa en el edificio Dakota.

Tras la corta visita tomamos el metro en la 72nd St con West Central Park para iniciar el regreso al hotel. Bajamos del metro en Penn Station en la calle 34 y decidimos cenar en un deli llamado Cafe R, en la calle 32, entre 6th Ave y 7th Ave. Se trata de un establecimiento con varios puestos de comida que preparan y sirven sus platos en un gran comedor común. Hay desde pizzas hasta comida asiática y la calidad, por el precio, es más que aceptable. Nosotros hemos decidido cenar en uno de los locales, que vende recipientes de plástico que puedes llenar por un precio cerrado.

Al terminar seguimos hacia el este, cruzando la sexta avenida hasta nuestro hotel. Son cerca de las 21h y es de los días en que más tarde nos hemos acostado. Este hecho, junto con el haber caminado más de 10km diarios durante los últimos 4 días, hace que necesitemos un buen descanso para el último día de ruta a pie.

New York con un carrito de bebé

Hay que decir que Nueva York no está para nada preparada para personas con movilidad reducida, y tampoco lo está para carritos de bebé. A pesar de sus anchas aceras, estas están en mal estado en muchas zonas de la ciudad, con grietas y socavones por doquier. Salvo las estaciones de metro en los lugares clave (y a veces ni en esos casos siquiera) los accesos a los andenes son por escaleras tradicionales que son, además, muy estrechas y empinadas.

Tiene mérito lo que hacemos, y cualquiera que haya caminado por Nueva York con un carrito o con una silla de ruedas nos entenderá.

En las zonas más nuevas de la ciudad parece que están teniendo más en cuenta este problema, y esperamos que en nuestra próxima visita, aunque seguramente iremos sin carritos, la accesibilidad haya mejorado.


Día 6: Rascacielos y NBA

Casi podríamos decir que hemos dejado lo mejor para el final, puesto que hoy queremos visitar varios de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el Empire state Building, el Rockefeller Center, la Estación Central, la biblioteca municipal, el Flatiron y el Chrysler Building. ¿Podremos con todo?

Salimos del hotel poco antes del hotel, tras el ya habitual desayuno continental. Nos hemos aficionado a los baguels con mermelada de fresa. Vamos en dirección oeste, hacia la estación de metro 34 St – Herald Sq para ir hacia el norte. Salimos a la calle en la estación 47-50Sts Rockefeller Ctr y nos dirigimos a la recepción del Top of the Rock, el mirador del edificio. Tras una cola irrisoria de 3 o 4 personas entramos en el edificio y subimos, en ascensor, hasta la planta 70 a 260 metros de altura. Al salir al exterior, las vistas son sobrecogedoras. La panorámica de 360º del Top of the Rock ofrece una vista privilegiada de Central Park hacia el norte y del Empire State Building hacia el sur, pudiendo distinguir el Brooklyn Bridge y el One World Trade Center a lo lejos.

Tras aproximadamente una hora y media de maravillarnos con las vistas decidimos seguir nuestra ruta. Bajamos hacia la calle y salimos por los patios interiores del Rockefeller Center. En el patio central se halla la pista de hielo más famosa de Nueva York, poco concurrida a esta hora de la mañana. Seguimos hacia el sur por la 5th Ave hasta la biblioteca pública de Nueva York. Entramos en el deslumbrante edificio del año 1895 y nos adentramos en alguna de sus salas, cubiertas de madera en casi todos los rincones.

La sala principal de la biblioteca municipal
La sala principal de la biblioteca municipal

Seguimos por la calle 42 hacia la Grand Central Station, la estación central de trenes con mayor número de andenes de todo el mundo, con 44. La estación tiene varios niveles con tiendas, museos e incluso un mercado de alimentación.

Al salir del mercado seguimos hacia el este por la 42nd St hacia el edificio Chrysler, el rascacielos art déco por antonomasia y máximo exponente de la arquitectura americana de los años 20.

Al final de la calle 42, a parte del edificio de la ONU en Nueva York, se encuentra el Tudor City bridge, un paso elevado sobre la calle que ofrece una vista espectacular de la 42, con el edificio Chrysler en primer plano. La foto es espectacular y en la zona abundan las guarderías. Debe ser por la hora, porque son casi las 12 del mediodía, pero hay muchísimos niños paseando por la calle con sus uniformes escolares, acompañados por sus cuidadoras. Se nota que es un barrio de clase alta.

Nuestra idea, llegados a este punto, era caminar hasta Union Square, pero los casi 3 kilómetros de distancia nos echan para atrás, por lo que volvemos a la estación central y tomamos el metro hasta el parque. Una vez llegados, nos sentamos en la terraza de la hamburguesería Shake Shack a comer un delicioso almuerzo, a los pies del edificio Flatiron, edificio icónico que es el rascacielos más antiguo de Nueva York y su edificio más alto, con 22 plantas en 1901, año en que se finalizó su construcción. Verlo ahora, junto a las 102 plantas del Empire state Building o las 104 del One World Trade Center da una medida del avance de la arquitectura neoyorquina en los últimos 100 años.

Desde Union Square vamos hacia el norte por Broadway hasta el hotel, porque queremos descansar unos minutos antes de la gran cita de esta noche. ¡Tenemos entradas para ver el partido que enfrentará a los New York Knicks con los Dallas Mavericks en el Madison Square Garden! Salimos hacia el pabellón sobre las 17h y al pasar por Herald Square nos topamos con una grabación en directo del programa de Ellen DeGeneres, con una de sus colaboradoras frente a la fachada de Macy’s. Nos quedamos un rato antes de seguir hacia el Madison Square Garden.

Llegamos al estadio a las 18:15 y el partido empieza a las 19h, por lo que tenemos tiempo de sobra para visitar la tienda de los Knicks y comprar unos recuerdos, buscar nuestras localidades y comprar algo de cenar. Empieza el partido puntual y, tras un inicio algo dubitativo de los Knicks, se acaban imponiendo por 77 a 93 puntos, con un gran partido de Carmelo Anthony y de Porzingis, con 24 puntos cada uno. El espectáculo es digno de la mejor liga del mundo y se suceden los momentos divertidos durante los descansos, con kiss-cams, presentaciones de famosos en la grada y shows de las bailarinas del equipo neoyorquino.

Al finalizar el partido nos topamos con una muchedumbre en una de las puertas laterales y vemos salir a Ben Stiller y Jason DeRulo del estadio. Como si fuese lo más normal del mundo… Seguimos hacia el este por la calle 33 hasta el Empire state. Hemos decidido visitarlo de noche para tener los dos puntos de vista desde el cielo de Nueva York: de día en el Rockefeller y de noche en el Empire State. Tampoco hay mucha cola en la entrada y subimos a los pocos minutos en el ascensor hasta las plantas superiores. En otra de nuestras casualidades, coincidimos con Malú y Gonzalo Miró, también algo de lo más normal.

Times Square desde las alturas
Times Square desde las alturas

La vista desde los miradores del edificio es indescriptible, con toda la maraña de calles iluminadas a nuestros pies. La diferencia de altura del Empire state Building con los edificios que lo rodean es espectacular y uno se siente casi volando sobre la ciudad. Desde las alturas distinguimos el Madison Square Garden, Times Square, el edificio Chrysler o el One World Trade Center.

Al bajar, parece que hemos cumplido un sueño. Volvemos hacia el hotel con todos los ítems de nuestro checklist del día marcados y con las piernas fatigadas, deseando que llegue mañana para montarnos en la minivan del tour de contrastes.


Día 7: Contrastes de Nueva York y regreso a casa

Comienza el último día en Nueva York y el cielo se levanta lluvioso. La parte buena es que hoy vamos a hacer el tour de contrastes, por lo que estaremos la mayor parte del tiempo a cubierto. Nos dirigimos en metro desde la estación 34 St Herald Square hasta la 42 St Times Square, porque el tour comienza en el hotel Renaissance.

Somos un grupo de tres familias, todos hispanohablantes, y nuestro guía nos explica lo que vamos a ver: pasaremos por Harlem hacia el norte y cruzaremos el río hacia el Bronx. Después seguiremos por Queens y volveremos en dirección a Manhattan pasando por el barrio de Williamsburg y el Brooklyn Bridge. ¡Vamos allá!

Después de conducir hacia el norte por la 5th Ave hasta el Bronx, la primera parada del dia es en el Yankee Stadium en River Avenue. Al llegar, seguimos teniendo una suave lluvia, por lo que nos bajamos del vehículo para acercarnos a la entrada del recinto. Está cerrado, pero se aprecia la tienda de los Yankees detrás de las verjas.

El Yankee Stadium
El Yankee Stadium

Pasados unos minutos subimos de nuevo a la furgo para seguir hacia el este y pasar en frente del 42nd precint de la policia de NY, famoso por ser el escenario de la película Ford Apache de Paul Newman.

Después seguimos hacia Queens por el Whitestone Bridge y nos dirigimos al barrio de Malba, repleto de grandes casas y chalets. Sigue lloviendo, por lo que damos un paseo con la furgoneta por las calles bordeando la costa y admirando las lujosas mansiones.

Al sur de Malba se encuentra una zona comercial en la que paramos para entrar en el establecimiento T.J. Max, una cadena estadounidense de ropa con enormes descuentos. Tras algo más de media hora, salimos con algunas prendas nuevas y volvemos a la furgoneta, que nos espera en el aparcamiento. Nos dirigimos ahora hacia el parque Flushing Meadows, famoso en lo deportivo por albergar el Arthur Ashe Stadium, sede del U.S. Open de tenis, y en lo cinematográfico por ser el escenario del tramo final de la película Men In Black. En el parque también se encuentra el museo de ciencias y hay dos impresionantes cohetes espaciales reales: el Mercury-Atlas D y el Gemini-Titan II.

Tras la visita al ecléctico parque seguimos con la furgoneta hacia el oeste por la famosa Roosevelt Ave, que con sus casi 10km de largo une Queens con Brooklyn. En esta avenida, cubierta casi totalmente por la línea 7 del metro, se encuentra una de las muestras de multiculturalidad más acentuadas de Nueva York y casi de los Estados Unidos, pues numerosas comunidades de inmigrantes se extienden a lado y lado de ella.

Llegamos a Brooklyn y visitamos el barrio de Williamsburg, con muchísima presencia de personas de creencia judía ortodoxa. Tras esta rápida visita, cruzamos el Brooklyn Bridge con la furgoneta, que nos deja finalmente en el City Hall Park, que ya visitamos el primer día. Allí nos despedimos de nuestro guía para tomar el camino de regreso hacia el hotel. Ha dejado de llover, por lo que tomamos Broadway hacia el norte y paramos a comer en Wendys, otra de las cadenas de comida rápida presentes en la ciudad.

Después de un almuerzo rápido, entramos en el metro en la estación más cercana y vamos hasta Times Square, para despedirnos con un último paseo desde la famosa plaza hasta el hotel, por Broadway. Ya nos sentimos con el ánimo clásico de las despedidas, ese que hace que te fijes en todo lo que te rodea para intentar retenerlo en la retina para siempre y con una sensación de nostalgia sin siquiera haber abandonado aun la ciudad.

Nos despedimos del Empire State
Nos despedimos del Empire State

Llegamos al hotel sobre las 18h y nos toca rehacer las maletas. Partimos hacia Penn Station, bajo el Madison Square Garden, para tomar el metro hasta la estación Jamaica, en Queens. Allí hacemos un transbordo que nos llevará al aeropuerto JFK. Llegamos aproximadamente a las 21 y tenemos dos horas por delante, en las que aprovechamos para cenar algo rápido en uno de los restaurantes de la terminal. La vuelta, con TAP Portugal al igual que la ida, hace escala en Lisboa y casi a medianoche despegamos, puntuales.

Tras la escala en Portugal, llegamos finalmente a Barcelona a las 18h, cansados y nostálgicos por llegar al final de uno de los viajes más mágicos que hemos hecho, en parte por ser el primer viaje importante con Biel y en parte por haber visitado una de las ciudades con más magia de todo el planeta, la gran manzana, la ciudad que nunca duerme, la ciudad de Nueva York.


La Quinta Inn & Suites

Instalaciones

Mantenimiento

Servicio

Comida

Lástima que ya no existe

El hotel La Quinta Inn nos ha gustado, sobre todo por su inmejorable ubicación. Situado a los pies del Empire state Building y a 2 minutos de una boca de metro, no se nos ocurre opción mejor por el precio que hemos pagado.

La comida, visto lo que se ofrece en otros hoteles similares de la zona, nos ha parecido más que aceptable, por lo menos el desayuno que es lo que teníamos contratado. En cuanto a las instalaciones, las habitaciones son algo pequeñas pero funcionales y acogedoras.

Lo dicho, una lástima que el hotel ya no exista.

Experiencia global

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A Ramon le encanta planificar cada detalle antes de viajar. Le apasiona adentrarse en la cultura y la vida cotidiana en nuestros destinos, por lo que a menudo acabamos deambulando por los recodos más extraños. Sin embargo, siempre merece la pena. Siendo un fotógrafo entusiasta, siempre está pendiente de captar la mejor instantánea durante nuestros viajes.

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