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Si buscamos un destino ideal para los más pequeños de la casa, pasar la navidad en Laponia es una de las primeras opciones que nos viene a la cabeza. La nieve, las auroras boreales, los renos, los huskies y, sobretodo, Papa Noel, hacen las delicias de grandes y pequeños al pasar la Navidad en el círculo polar. En este diario explicaremos con pelos y señales todo lo que vivimos en familia durante 7 días en la Laponia Finlandesa con Catai.

Nuestro viaje empieza el día antes del vuelo que tenemos reservado. El vuelo a Kuusamo sale desde Barajas y decidimos ir de Barcelona en Ave hasta Madrid el sábado para evitar problemas innecesarios con la escala el mismo día. Nos reunimos, por fin, las dos familias que vamos a viajar en la Estació de Sants. Somos mi prima Ana, su marido Uri, sus dos hijos y nosotros cuatro. Ha sido una semana dura pero ya estamos todos juntos. A las 14h el tren parte hacia Madrid y llegamos puntuales a Atocha. Allí vamos andando hacia nuestro hostal y, cuando lo tenemos todo listo, vamos a buscar un sitio para cenar. Hoy toca cena en horario Europeo y nos vamos a dormir bien pronto. Mañana madrugamos y ¡empieza la aventura! 


Día 1: domingo 12 de diciembre

Nos despertamos muy temprano en el Hostal Bruña Paseo del Prado. A las 6 am nos espera un taxista con una furgoneta de 9 plazas, tal como habíamos reservado el día anterior. Hablamos con el conductor que nos explica que a la vuelta también puede devolvernos al centro de nuevo y nos facilita su teléfono. Es todo un descubrimiento, puesto que hay poca disponibilidad de furgonetas grandes y, al ser taxis, la tarifa es la estándar de 30 euros. 

Rumbo a Kuusamo, dispuestos a pasar nuestra navidad en Laponia.
Rumbo a Kuusamo

Llegamos al aeropuerto y buscamos nuestro mostrador para el check-in. Allí vemos como ya hay varias familias con las mochilas que Catai obsequia a los clientes. También distinguimos a los guías, que están pendientes de que todo vaya según lo previsto. Volamos en un vuelo chárter operado por Air Europa. 

Pasamos el control y vamos a desayunar algo porque los niños después de dos horas despiertos ya lo reclaman. En esa zona solo vemos otras familias que parece que se dirigen al mismo destino. En el panel ya se muestra nuestra puerta de embarque, así que vamos directos. Tardamos casi 15 minutos en llegar a la zona, es una terminal enorme. 

Embarcamos puntuales y salimos con pocos minutos de retraso hacia Kuusamo. Tenemos a los niños sentados, con sus mascarillas puestas y preparados para unas 5 horas de vuelo. Entre tablets, dibujos, comida, juegos y alguna siesta corta conseguimos que no se desmadre mucho el asunto. Son cuatro niños de entre 3 y 7 años, nerviosos, y con muchas ganas de hacer este viaje juntos, así que hay que ayudarles a gestionar sus emociones. 

Aterrizamos a la hora prevista. Son las 15:30h hora local (1 hora más que en Madrid) y en Kuusamo ya es de noche. Al bajar del avión ya podemos ver que hay algo de nieve en la pista y mucha en los laterales. ¡Estamos en el círculo polar ártico!

Al pie del avión
Al pie del avión

El Círculo Polar Ártico

Oficialmente, el Círculo Polar Ártico es aquella línea sobre la cual hay al menos un día al año en que no sale el sol y otro en el que no se pone. Estos fenómenos son conocidos como Noche Polar y Sol de Medianoche, respectivamente.

Kuusamo se encuentra a apenas 150km de esta línea, por lo que alrededor del solsticio de verano solamente se pone el sol durante dos horas y en invierno sucede a la inversa: el sol sale durante apenas dos horas al día.

Llegamos a las cintas de recogida de equipaje y parece que tendremos que esperar un poco. Aproximadamente media hora después salimos de la terminal y ya en el exterior nos indican en qué autocar nos tenemos que subir. Una vez dentro esperamos a todos los pasajeros y en pocos minutos partimos hacia el Rukan Salonki. Durante el viaje, la guía nos informa de la organización que seguiremos durante la semana y de que formaremos dos grupos para adaptar mejor las visitas. Por el camino pasamos cerca de la granja de renos que visitaremos mañana. Todo a nuestro alrededor es blanco, el paisaje nos atrapa. Los niños han pasado todo el trayecto dormidos, están muy cansados. 

Nos alojamos en los Rukan Salonki Chalets, muy cerca de la montaña Rukatunturi (490m), una zona a 25 km al norte de Kuusamo, conocida por su estación de esquí Ruka Village Ski Resort que acoge cada año a miles de esquiadores, competiciones internacionales de esquí alpino y nórdico y es el lugar de entreno de varios deportistas de élite. 

Llegamos a nuestro destino y el autocar va dejando a cada familia en la villa correspondiente. Nosotros tenemos la cabaña número 3 y somos los últimos en bajar. Estamos muy emocionados, la casa se ve enorme desde fuera. Antes de entrar nos explican que la llave siempre la tenemos que dejar en una cajita fuerte con un código.

La cabaña 3 en Rukan Salonki
La cabaña 3 en Rukan Salonki

Entramos y lo primero que hacemos es descalzarnos, el suelo es de madera y está calefactado, así que hay que quitarse las botas llenas de nieve para no mojarlo todo, en unos pequeños recibidores en ambas entradas de la casa. Justo en la entrada de la sala de estar nos han dejado la ropa térmica que vamos a utilizar durante toda la estancia: unos calcetines, unas botas, unas manoplas y un mono de cuerpo entero. Todo el mundo tiene el suyo menos yo, así que lo decimos al personal del alojamiento para que lo tengan en cuenta. Por suerte tenemos ropa de esquí y la temperatura no es para nada extrema. Son casi las 17h y fuera estamos a unos -3ºC. Ha estado nevando de manera intermitente desde que hemos llegado. 

Hacer la maleta para este viaje…

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La casa es grande por fuera y por dentro es, directamente, enorme. Cuenta, en la planta baja, con un salón con chimenea, una cocina americana, cuatro habitaciones, un aseo y un baño con dos duchas, una sauna y un curioso armario secador, muy típico en los países nórdicos. En el piso de arriba hay una buhardilla con 4 camas. En total hay espacio para unas 12 personas. Los niños no dudan en subir y allí hacen su campamento base, tienen espacio de sobra para correr y jugar. 

Estamos organizándolo todo hasta las 19h, hora en la que el restaurante Kultala abre sus puertas y nosotros llegamos puntuales para la cena. El bufé no es muy extenso, pero hay donde elegir y sobre todo la comida está muy rica. Siempre encontramos una crema o sopa bien caliente, ensaladas variadas, quesos, panes de varios tipos, algún primero y dos o tres opciones de segundo plato. También hay un par de postres, fruta y café, té y leche. Nos parece más que correcto. Las bebidas, aparte del agua, no están incluidas. Durante la cena podemos hablar con el que será nuestro guía, Jon, y le comentamos a él también que nos falta ropa para una persona. Nos indica que mañana la pidamos en la zona de alquiler de material antes de la ruta en motos de nieve. 

El restaurante Kultala
El restaurante Kultala

Salimos del restaurante y el cielo está muy tapado. Esta noche no vamos a ver ninguna aurora boreal. Tenemos 5 noches más para verla, ojalá tengamos suerte (SPOILER: NO). Volvemos a nuestra villa con intención de ir a dormir bien temprano. Mañana nos espera un intenso día y estamos ansiosos por vivirlo.


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Día 2: lunes 13 de diciembre

Es muy temprano pero hemos descansado bastante bien. Las camas no son las más cómodas en las que hemos dormido, pero tampoco están mal. De buena mañana hay un quitanieves delante de la cabaña haciendo su trabajo y nos quedamos embobados viendo cómo se acerca a escasos metros de la ventana. Al principio nos asustamos un poco pero vemos que está todo controlado y nos reímos de la situación. 

Despertar a los niños es una ardua tarea pero la emoción por revolcarse en la nieve parece un buen aliciente para ellos. En este momento no sabemos la cantidad de veces que tendremos que recordarles que tengan cuidado de no meterse nieve dentro de las botas y los guantes. Bendito armario secador…

Llegamos al Kultala cuando aún está oscuro. De camino los niños se han tirado mil bolas de nieve y han hecho varias veces la croqueta. El desayuno es del mismo estilo que la cena del día anterior, con variedad de pan, una zona con pastas, cereales, mermeladas, Nutella, mantequilla fresca , salchichas, huevos revueltos, huevos cocidos, quesos y baked beans. También hay bebidas calientes. Nos gusta mucho aunque los huevos revueltos tienen un sabor extraño.

Al salir del restaurante empezamos a ver claridad, en estas épocas del año el sol apenas sale por el horizonte y hay unas 4-5 horas de luz, entre las 10 y las 15h. Todos nos vestimos con los monos térmicos y las botas (menos yo) para dirigirnos a la zona de alquiler de material.

Nuestras motos de nieve
Nuestras motos de nieve

Cuando llegamos me entregan mi vestuario completo. Me ofrecen dejar allí mis pertenencias sin problema. Hoy hacemos un recorrido en moto de nieve hasta la granja de renos. Nos dan unos cascos y un instructor nos explica el funcionamiento del vehículo que vamos a conducir. Los niños mayores de 3 años pueden ir en un remolque de una moto de nieve, descubierto y con mantas. Los menores, en cambio, van cubiertos en una especie de huevo y deben ir acompañados por un adulto. Ana se queda a la ida con nuestros peques, y yo iré a la vuelta.

Nos ponemos en marcha y Ramon conduce, hace frío pero para nada lo que esperábamos, como mucho llegamos a los -4ºC. Pero en la moto si notamos cómo las manos se nos quedan heladas y los pies también. El recorrido es espectacular, pasamos por varios cruces con carreteras poco transitadas y en el último tramo vamos por encima de un gran lago helado cubierto de nieve. Nuestros ojos nunca han visto nada parecido. 

Tras más de una hora de trayecto llegamos a la Kujalan Porotila (Granja de Renos de Kujala). Dejamos las motos aparcadas en fila india y nos reunimos todos en la entrada. Allí nos recibe uno de los granjeros que nos explica todo lo que hacen en las granjas, como cuidan a los renos, el simbolismo que tiene éste animal para los finlandeses y sobre todo para el pueblo Saami. Seguidamente vamos a subirnos en unos trineos tirados por los renos para dar un paseo. Los niños están expectantes. En cada trineo cabe un adulto y hasta dos niños así que Ramon se sienta con Biel y Aina y yo voy sola en otro. Hacemos una ruta circular y lo que más sorprende es que arrancan con muchas ganas. Tenemos en el trineo una manta de piel de reno para protegernos del frío. El viaje se hace corto pero nos ha gustado mucho. A nuestros hijos les ha parecido tan relajante que llegan dormidos al final. Al salir estamos un rato haciéndonos fotos con los animales siguiendo el consejo del granjero de no tocarlos. 

Los renos en Laponia

Los sami, los antiguos pobladores nómadas de Laponia, seguían las migraciones de los renos y se proveían de ellos: comida, aceites, pieles… de los renos se aprovecha absolutamente todo.

Actualmente, aunque todos los renos de Laponia pertenecen a alguna granja y no hay renos salvajes, estos viven en libertad durante el verano por toda la región de Laponia. Al inicio del invierno los granjeros los recogen para resguardarlos en sus granjas, donde los alimentan y protegen del clima adverso.

Hay en Laponia una población de algo menos de 180.000 personas, mientras que hay contabilizados más de 200.000 renos, lo que es una cifra asombrosa.

Ya son las 12h y nos dirigimos a otro punto de la granja, concretamente a la Kielan Kota donde podremos degustar una comida típica de la zona y una bebida caliente. También hay lavabos justo enfrente para el que lo necesite, tienen el techo abierto y es toda una aventura quitarse el mono térmico y sentir el frío mientras se hace uso del baño. 

Nuestro almuerzo: estofado de reno
Nuestro almuerzo: estofado de reno

Las kotas laponas son construcciones circulares similares a los tipis pero de estructura más sólida, normalmente de madera. En el centro de la Kota se encuentra la hoguera que nos da calor mientras comemos un estofado de reno con patatas y verduras. A mí me sirven una crema de verduras buenísima. También nos ofrecen un té de frutos rojos, típico de la zona, en un Kuksa, una especie de taza tradicional Saami. Las originales están fabricadas artesanalmente en madera de abedul finlandés y suelen tener un coste muy elevado, por eso las nuestras son de resina. Charlamos con varias personas del grupo mientras comemos y entramos en calor. Los niños parece que no lo necesitan y en seguida salen al exterior a correr y jugar con la nieve.

Cuando acaba nuestra hora de comer, empieza la de los Renos y ¿quién mejor que nosotros para alimentarlos? Pero primero pasamos por la tienda de regalos, donde vemos ropa y objetos hechos a mano. 

El establo es una enorme explanada rodeada de una verja de madera. Entramos y nos explican que los renos comen Naavatillandsa (Tillansia usneoides o musgo español) una clase de musgo abundante en los bosques de coníferas. Debemos ofrecérselo con cuidado y siempre desde una altura superior a la suya porque si no tienen tendencia a embestir. Los niños lo pasan en grande intentando que coman lo que tienen en las manos, hay cientos de ejemplares todos buscando su ración, aunque algunos prefieren no acercarse a nosotros.

Después de un buen rato relacionándonos con Renos, toca volver a nuestro hotel, son casi las 14h y empieza a anochecer. Volvemos a las motos de nieve y esta vez me toca hacer el trayecto con los dos pequeños. Están cansados y aunque al principio se quejan un poco, en seguida caen rendidos. Desde el “huevito” puedo ver el paisaje y como el resto del grupo va delante en sus motos. 

Llegamos al Rukan Salonki a las 14:45h y ya está completamente oscuro. Durante el día ha ido nevando de manera intermitente por lo que todo indica que hoy tampoco podremos ver la Aurora Boreal, en las aplicaciones que tenemos descargadas la probabilidad es muy baja todos los días, menos uno. 

Preparando la vuelta a la cabaña
Preparando la vuelta a la cabaña

Vamos directos a la cabaña y pasamos la tarde entre risas, charlas y, por supuesto, la sauna. En ese momento comprendemos por qué es una parte tan importante de la rutina finlandesa y todo un ritual para ellos. Con el frío y el cansancio de las actividades que hemos hecho, el calor de la sauna hace que salgamos tan relajados que casi se nos olvida que tenemos que cenar. El primer día nos explicaron que los finlandeses toman su sauna después de cenar y ahora entendemos por qué. ¡Error de novatos!

Haciendo ángeles de nieve
Haciendo ángeles de nieve

Entre juegos, saunas y duchas se nos hace la hora de ir a cenar. Nos enfundamos de nuevo nuestros trajes térmicos y llegamos al restaurante a la hora de apertura. La cena se parece mucho a la de la noche anterior pero los entrantes y los principales van variando.

Cuando terminamos de cenar vamos directos a la zona de trineos, desde que la vimos el primer día estamos deseando probarla. Los niños y no tan niños subimos a una pequeña rampa y nos tiramos varias veces hasta que nos cansamos (los adultos, porque los peques seguirían eternamente). La verdad, es genial que tengan trineos para tirarse por la nieve y disfrutar de esos ratos libres. También hay una zona con un pequeño estanque helado donde jugar con los típicos Kick Sledger o el carrusel finlandes donde una persona va sentada y otra la hace girar, eso sí, hay que estar bien fuerte.  

Se acaba nuestro primer día completo en Laponia. Es un sueño lo que estamos viviendo y, ahora, toca ir a dormir para que mañana sigamos disfrutando de ésta maravillosa experiencia. 


Día 3: martes 14 de diciembre.

Nos despertamos en nuestra segunda mañana y empieza nuestra rutina matinal, vestirse a capas e ir a desayunar. Aún no ha amanecido del todo, pero hoy salimos un poco más temprano para nuestra excursión y hay que ir al restaurante con más margen, somos muchos y la organización es muy importante para llegar puntual. 

Seguimos desayunando muy bien y los huevos revueltos siguen sabiendo raro… como a curri, o a caldo, no sabemos muy bien identificarlo, así que optamos por los huevos duros y el queso a los que nos gusta el salado. Los niños no perdonan su croissant con Nutella entre otras cosas. 

De camino a la granja de huskies
De camino a la granja de huskies

Salimos y primero pasamos por la cabaña a por las mochilas y demás enseres. Antes de las 9:30 estamos entrando en el autocar. ¡Ponemos rumbo a la granja de huskies! En este tipo de viaje cada día se hace una actividad diferente y, aunque ya sabemos de antemano lo que toca, siempre se respira emoción y esa curiosidad de, si lo que vamos a hacer, cumplirá con las expectativas que nos hemos ido haciendo.

Llegamos sobre las 10h y una instructora nos explica cómo son los trineos, cómo funcionan y qué cosas son importantes para la seguridad del conductor y de los pasajeros del trineo. De fondo los perros no paran de ladrar, nos dicen que están muy ansiosos por empezar a correr, les encanta hacerlo. 

En el trineo cabemos los 4: Ramon atrás conduciendo y yo con los niños sentados. Está nevando un poco, pero los copos caen tan ligeros que no molesta para nada. Vamos a hacer un recorrido circular de unos cuantos kilómetros y cuando la instructora, que va delante, nos da el ok, nos ponemos en marcha. Los huskies están encantados y empiezan a correr, dejan de ladrar ipso facto. 

Y tras unos pocos metros empieza la magia… Un paisaje completamente blanco, el viento, la nieve cayendo, nosotros en el trineo y Biel y Aina riendo, gritando de felicidad y todos compartiendo ese momento tan especial. Es muy difícil transmitir lo que se siente en ese momento. Creo que éste es el preciso instante donde, después de una semana previa muy complicada, somos conscientes de donde estamos y de disfrutarlo plenamente. Miro a mi alrededor y fotografío mentalmente cada escena para guardarla siempre en mi memoria. También hago videos, evidentemente, para tenerlo en formato digital, ¡por si acaso!

El recorrido dura una hora aproximadamente y se hace realmente muy corto. Cuando bajamos del trineo todos vamos a saludar a nuestros guías perrunos. Son preciosos y muy simpáticos. Tras unas cuantas fotos entramos en una Kota y, otra vez, nos espera un té de frutos rojos y una hoguera para entrar en calor. Pasamos un buen rato charlando y descansando y volvemos a ponernos en marcha.

Esta vez nos desplazamos andando durante unos 15 min. Vamos por unos caminos anchos y parece que no hay nada más que bosque y nieve a nuestro alrededor. Llegamos a un cruce donde se leen nombres imposibles de pronunciar y finalmente llegamos a Oivangin Olakartano Oy, un hotel y restaurante donde nos han preparado un almuerzo riquísimo. Nos quitamos nuestra ropa de abrigo y encontramos un buffet con queso, pan, una sopa de salmón y otra de verduras. De postre hay yogurt y galletas. Fuera está nevando y mientras comemos contemplamos como un zorro blanco busca algo entre los árboles, también vemos unos pájaros preciosos, parece una estampa navideña perfecta.

Los pequeños, mirando por la ventana
Los pequeños, mirando por la ventana

Ya estamos listos para salir del restaurante y rápidamente, sin volvernos a poner los monos térmicos salimos corriendo hacia el autocar que nos espera justo enfrente de la puerta. Es casi la una del mediodía y ya volvemos al Rukan Salonki. Viendo que hoy tenemos una tarde un poco más larga por delante, preguntamos a Jon cómo llegar hasta Ruka Village para hacer unas compras y pasear. Nos comenta que podemos llamar a un taxi o coger el autobús que pasa en frente del hotel y que nos dejará en menos de un cuarto de hora a pie de pista. 

Cuando llegamos a la cabaña los niños tienen ganas de quedarse jugando en la buhardilla y los hombres quieren descansar. Ana y yo decidimos que, sí vamos a ir a explorar la zona. Al principio pensamos en ir andando, pero nos da un poco de miedo perdernos o que el camino sea complicado así que miramos el horario de los autobuses que previamente nos había pasado Jon y nos ponemos en camino. Objetivo: buscar una botella de vodka finlandés, que nos han contado que es muy bueno y nos pica la curiosidad por probarlo.

Pagar el autobús es extremadamente fácil, tienen contactless para las tarjetas de crédito así que perfecto. Llegamos muy rápido y nos encanta la zona, al bajar lo primero que vemos son las pistas y los remontadores, nos quedamos un rato embelesadas mirando como los esquiadores bajan a toda velocidad, algunos parecen profesionales entrenando. 

Leer más…Una maleta para el invierno polarUna maleta para el invierno polarHacer una maleta para el invierno polar puede dar escalofríos pero estás en el lugar indicado porque te vamos a ayudar a empaquetar todo lo que vas a necesitar.

Exploramos la zona buscando un supermercado. Entramos en uno y preguntamos si hay vodka, no encontramos alcohol por ningún sitio a parte de cerveza. No entendemos nada. Y por ese motivo es tan importante leer información sobre el destino de viaje. Preguntamos varias veces dónde encontrar bebidas alcohólicas y la gente nos dirige a un supermercado que queda relativamente lejos. Encontramos de casualidad al señor que el día anterior nos explicó como funcionaban las motos de nieve y nos explica que el alcohol solo se vende en tiendas especializadas, concretamente en Alko, una cadena de licorerías que gestiona el estado. 

Tras mirar varias veces en google maps y dar varias vueltas por Ruka Village mientras vemos souvenirs y ropa de ski decidimos ir andando a Alko, son 20 minutos de camino y recordamos que el autobús también tiene parada allí. Lo sabemos porque al lado hay un supermercado grande que Jon ha mencionado muchas veces por si necesitamos comprar algo.

Andamos por senderos paralelos a la carretera, algunos muy bien iluminados, otros que cruzan con caminos donde vemos a gente haciendo ski nórdico, nos damos cuenta que es mucho más fácil moverse de lo que nos pareció en un inicio. Charlamos, nos fijamos en el camino, nos reímos de nuestras aventurillas y disfrutamos de los paisajes y enseguida llegamos. Vemos una gasolinera y enfrente el supermercado y el Alko. 

Entramos y buscamos cuál de los mil vodkas vamos a escoger. Nos sorprende que todas las botellas sean de plástico. Finalmente nos recomiendan la marca Finlandia, muy conocida pero muy típica y con buena relación calidad-precio. Tampoco somos muy entendidos de las bebidas espirituosas y para hacer la gracia nos parece más que suficiente. 

Salimos del Alko y entramos a la otra ala del edificio donde se encuentra el supermercado. Allí compramos una bebida de Limón y algo para picar. 

Cuando salimos está nevando. En ese momento nos cruzamos con un par de personas que llevan los mismos trajes térmicos que nosotros. Nos preguntan si hablamos español, es obvio que somos del mismo tour, pero vamos en diferentes grupos, por eso no los conocemos. Ellos vienen en familia y se han juntado 4 personas para ir al súper. Nos preguntan cómo llegar al Rukan Salonki, nosotros les explicamos que puede coger un autobús. Estamos un rato esperando y Ana y yo queremos seguir andando hasta la cabaña, pero nuestros nuevos conocidos nos insisten para que vayamos todos en taxi, en total somos 6 personas, así que llamamos a nuestros guías y nos consiguen una pequeña furgoneta con 7 plazas. Llegamos en apenas 10 minutos a nuestra villa y la familia insiste en que no paguemos nuestra parte del trayecto, tras mucho insistir aceptamos agradecidas. 

Ahí termina nuestra pequeña aventura Lapona. Entramos a la cabaña y saludamos a los niños y a nuestras parejas que han pasado la tarde entre juegos y trineos. Nosotras explicamos nuestras peripecias y los pequeños rápidamente nos piden volver a la zona de trineos para jugar un poco más antes de la cena. 

Hacemos otra sesión de tirarnos por las rampas, hacer un poco el loco y deslizarnos por el hielo. Encontramos a otros niños allí y podemos charlar con los padres de todo un poco mientras hacen amigos. 

Cabaña del complejo Rukan Salonki
De nuevo en Rukan Salonki

Ya es hora de cenar y nos dirigimos al Kultala directamente. Estamos justo enfrente. Hoy me cuesta más encontrar opciones vegetarianas y Jon me comenta que las puedo pedir a cocina sin problemas, no me habían dado esa información antes. Me traen una especie de hamburguesa vegana. No es la mejor que he probado, pero agradezco mucho que puedan adaptarse. 

Volvemos a casa y los niños están molidos. Nosotros también, la verdad, así que tras las duchas los enviamos a dormir. Hoy aprovechamos que duermen pronto para una sesión de sauna, esta vez hemos aprendido la lección. Cuando salimos, muy relajados, hacemos una pequeña cata de vodka. No tenemos hielo, pero sí toneladas de nieve a nuestro alrededor, así que se nos ocurre meter la botella en un cubo lleno de nieve para refrigerarla, hacemos lo mismo con la bebida de limón. Como ya he comentado antes, no somos expertos ni, por supuesto, grandes bebedores, pero nos parece que el vodka Finlandia tiene un gusto suave y bastante neutro. Después de hacer la gracia del día nos vamos a dormir exhaustos. Hoy tampoco podemos ver la aurora boreal, mañana parece que habrá más probabilidades.


Día 4: miércoles 15 de diciembre

Otro día se va abriendo en Ruka y nosotros empezamos a acostumbrarnos a la rutina en nuestro chalet. Hoy el ambiente es un poco más frío pero tampoco nada exagerado: fuera estamos a -7ºC. Vamos a desayunar con un poco más de tranquilidad puesto que hemos quedado con el grupo más tarde que otros días. Parece que los huevos revueltos saben un poco más a huevos revueltos, es ya una especie de cruzada que tenemos con el tema y fuente de bromas cada día. El resto del desayuno discurre con normalidad. 

Amanece en Laponia
Amanece en Laponia

Cuando estamos preparados nos reunimos todo el grupo con Jon para ir andando hasta el lago Iso-Veska, éste se encuentra en el mismo recinto del Rukan salonki justo enfrente de las villas Veskaranta, que son más pequeñas que la nuestra pero están situadas en una zona muy despejada y además tienen un techo acristalado para contemplar la Aurora Boreal desde la misma cabaña. Se consideran las más completas y lujosas. Hablando de Auroras, este es el día con más probabilidades de poder verlas, ahora esta nublado pero esperemos que se despeje un poco. 

Volviendo a nuestra actividad del día, llegamos al lago y allí nos explican lo que vamos a hacer. Nos toca prepararlo todo para pescar en el hielo. Una instructora nos enseña una broca enorme con la que vamos a hacer un agujero y nos proporcionan unas cañas y cebos. Ramon se dispone a hacer el agujero, la capa de hielo es bastante más gruesa de lo que nos imaginábamos. Seguidamente con una especie de espumadera quitamos todos los trozos de hielo que quedan flotando y finalmente metemos nuestras diminutas cañas de pescar. Los niños son los encargados de aguantar las cañas pacientemente hasta que pique algún pez. No tenemos mucha suerte. Una de las familias sí que consigue pescar algo, tras la alegría inicial decidimos devolver el pez a su hábitat al animal.

Nuestro guía, Jon, junto con las expertas sami
Nuestro guía, Jon, junto con las expertas sami

Mientras algunas familias siguen con la ardua tarea de la pesca, otras nos vamos a una zona semicubierta con una hoguera y nuestro ya archiconocido té de frutos del bosque, al que le hemos cogido mucho cariño. 

Tras poco más de hora y media entre pesca y tertulia toca ir a comer, esta vez almorzamos en el mismo Kultala, así que en menos de diez minutos estamos todos sentados en la mesa para disfrutar de una ligera pero buena comida. 

Al acabar vamos directos a la zona de equipo deportivo (la misma de donde salimos con las motos de nieve), porque hoy hacemos actividad de “tarde” también. Nos proporcionan unas raquetas porque vamos a dar un paseo por la nieve. Para los más pequeños nos prestan unos trineos para que si se cansan podamos tirar de ellos. 

La peque con sus raquetas
La peque con sus raquetas

Iniciamos el camino y todos están muy motivados. Andar con las raquetas se les hace extraño pero gracioso y cuando lo controlan se sienten orgullosos de ello. Pero los más pequeños enseguida se cansan y quieren ir en el trineo, así que tiramos de ellos un buen rato, poco antes de llegar a la mitad de camino Biel nos dice que ya está cansado también y solo tenemos un trineo. Aina no tarda mucho en cederle el puesto y seguir ella con las raquetas, le encanta y lo hace muy bien a sus casi 4 años. Antes de llegar al final del camino nos encontramos una pequeña zona preparada para el descanso, con una cabaña semicubierta y mesas. Allí nos paramos y, como no, nos preparan nuestro amado té de frutos rojos que tanto agradecemos tras un buen rato a la intemperie. El último tramo lo hacemos todos andando mientras va oscureciendo. No ha nevado nada y parece que en algunas zonas se despeja el cielo.

Antes de llegar a la cabaña pasamos por los “toboganes” de nieve y los niños ya no parecen nada cansados porque corren a por su correspondiente trineo para lanzarse rápidamente. Uri ha contratado una sesión de esquí de fondo así que se va a preparar mientras nosotros nos quedamos con los peques tirándonos por las rampas un rato más. 

 Al llegar a la cabaña Uri ya se va a esquiar y Ramon decide dar una vuelta hasta Ruka para hacer fotos. Ana y yo nos quedamos de niñeras esta vez y disfrutamos de una tarde tranquila entre juegos, risas y preparar alguna lavadora.

El tiempo pasa rápido y ya casi es la hora de cenar. Nos volvemos a reunir todos en la villa para dejar a los niños aseados y listos para la cena y nos dirigimos al Kultala una vez más. La cena transcurre con tranquilidad y, como siempre, nos informan de los pasos a seguir para la siguiente jornada. Esta noche hay alguna opción de ver la Aurora Boreal así que nos dan algunos consejos útiles. 

Después de la cena nos ocupamos de dormir a los niños y a Uri que ha venido muy cansado de su ruta haciendo esquí nórdico. 

Ramon, Ana y yo decidimos ir de expedición como “Cazadores de Auroras”, un intrépido equipo cuyo objetivo es básicamente ver algo que se pueda parecer a una Aurora Boreal. La motivación es alta, aunque las probabilidades no mucho, la verdad, pero no desistimos en nuestro intento. Nos dirigimos al lago Iso-Veska, el mismo en el que hemos estado pescando esta mañana. Vemos algún claro en el cielo pero sigue habiendo bastantes nubes también. Estamos allí un rato pero decidimos trasladarnos a otra zona porque allí hay algo de contaminación lumínica. 

Como buenos “hunters” vamos acopiados con linternas (o con la linterna del móvil) y recorremos parte del camino que hicimos el primer día con las motos de nieve, tras una buena caminata y allanar alguna que otra morada sin querer (no os preocupéis, en esas zonas no hay vallas y puedes entrar a algún jardín sin darte cuenta, pero los finlandeses no sufrieron ningún susto ni nada parecido), llegamos al lago Kesäjärvi, según Google maps, y allí plantamos nuestro trípode mientras esperamos el milagro. Todo está muy oscuro así que no podíamos encontrar mejor lugar para ver la Aurora Boreal, si realmente apareciera, pero no es el caso. Una vez más no tenemos suerte y pese a que hoy era el día con más posibilidades, la verdad es que era algo difícil con las temperaturas tan altas y el cielo tan nublado. Un nuevo fracaso de los “cazadores de Auroras”. 

Volvemos a la cabaña decepcionados, pero la verdad, nos hemos reído mucho de toda la situación, ha sido una experiencia para recordar durante muchos años. Vamos directos a la cama porque mañana nos espera otro gran día y hay que descansar. 


Día 5: jueves 16 de diciembre

Esta mañana madrugamos mucho porque hoy es el día que más temprano hemos quedado para nuestra actividad. Es el día que causa más variedad de sentimientos en nuestro grupo: para unos es algo muy esperado y para otros directamente algo para rellenar la semana; vamos a esquiar al Ruka Village. Antes vamos a desayunar, como siempre a nuestro querido Kultala. 

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Al finalizar recogemos nuestras cosas de la villa y vamos rápidamente a buscar el autocar. Son las 9:30h. Hoy la mayoría hemos dejado los trajes térmicos que nos facilita la agencia y llevamos ropa de esquí propia. 

Llegamos a la zona de Ruka Village y allí nos dan nuestros forfait y nos explican como son las pistas, donde podemos ir, donde podemos comer y a qué hora vuelve el autocar a nuestro alojamiento. Nuestra idea es bajar a la hora que queramos, sin prisas, para comprar algún souvenir y coger el autobús público. Seguidamente nos dirigimos a la tienda de alquiler de material. Ramon hace snowboard así que él va a por su tabla. Los demás vamos a por los esquís. Los más pequeños no están nada convencidos así que no los forzamos y no les damos material para ellos. A Uri no le gusta hacer esquí alpino, así que él les hará compañía. 

Cuando estamos todos preparados estrenamos nuestros forfait subiendo al telecabina que nos lleva al Ruka Valley: la zona donde los niños pueden aprender y desde donde se conectan varias pistas, también hay una zona de lavabos y un restaurante. 

Los dos niños más mayores es la primera vez que esquían, así que decidimos que la mayor parte del día estaremos con ellos en las pistas de aprendizaje y que en algún momento subiéremos los adultos para bajar por alguna azul, nuestro objetivo final es pasar un día divertido en familia y esquiar de noche por esa maravillosa nieve. 

Así pasamos la primera parte del día, enseñando a los niños a esquiar. Ellos enseguida empiezan a hacerlo cada vez mejor. En algún momento de frustración se cansan y dejan los esquís, pero después de un rato de juegos ellos mismos quieren volver a intentarlo. Nosotros no paramos de alucinar con la facilidad que tienen para aprender por ellos mismos. No somos grandes expertos esquiadores y mucho menos profesores, pero  ellos con cuatro instrucciones llegan a la hora de comer deslizándose por toda la pista sin caerse.

La zona de Ruka Valley
La zona de Ruka Valley

Vamos a comer sobre las 13h, creo que es el día que más tarde hemos almorzado. El restaurante es sencillo, con unas pocas opciones de primeros y otras pocas de segundos. Los niños comen unas patatas fritas y un frankfurt, los adultos escogemos opciones más elaboradas y para mí hay una opción vegetariana. Después descansamos un rato y volvemos a pistas con las pilas cargadas. 

Cuando salimos del restaurante ya está oscureciendo así que tras un par de bajadas de nuevo con los niños por las pistas de aprendizaje Ana, Ramon y yo nos dirigimos al telecabina para subir hacia una de las pistas azules. Como antecedente diré que mi experiencia con el esquí es muy corta, esta es la 3ª vez que me pongo unos esquís en los pies y de la última hace casi 20 años, entre esos años he intentado hacer snowboard alguna vez sin ningún éxito, os podéis hacer una idea de mi nivel. Mis dos acompañantes tienen bastante más experiencia en sus respectivas modalidades o, por lo menos, se les da mucho mejor que a mí, pero eso no hace que deje de intentarlo.  Así que me dispongo a bajar una pista azul por primera vez en mi vida (creo). Para mi sorpresa, de manera un poco tórpida, lo consigo sin caerme y la experiencia, aunque intensa para mi (para ellos es un paseo), es más que buena. 

Al bajar acabamos justo donde empieza la cinta de la pista de aprendizaje donde todos los niños están tirándose por la nieve en modo croqueta y hacen guerra de bolas mientras nos esperan. Después de reunirnos y ya completamente oscuro estamos un rato más bajando y ellos perfeccionando los giros y las frenadas. Incluso los más peques se suben a los esquís de Ana para bajar con ella con mucho cuidado y disfrutan como locos. 

La zona de Ruka Valley

Ya cansados decidimos bajar a Ruka Village con el telecabina. Nuestra magnífica jornada de esquí ha llegado a su fin y vamos directos a dejar el material. Miramos la hora y son casi las 17h, el autocar está ahí esperando a que subamos. Como ya he dicho antes, nuestra idea era no montarnos e ir a comprar recuerdos y dar una vuelta por el village pero… estamos muy cansados y nos apetece llegar a la cabaña para descansar, así que abortamos misión y decidimos que mañana ya daremos ese paseo por la zona. 

Cuando llegamos solo nos apetece descansar hasta la hora de ir a nuestra última cena en el Kultala, la aventura va llegando a su fin y se nos está haciendo tan corta… 

Hoy tampoco hay ánimos para trineos, el esquí nos ha dejado molidos. Y por supuesto, la Aurora Boreal no hace acto de presencia ni tiene intención de hacerlo durante la noche, así que duchamos a los niños, los metemos en la cama y los adultos nos damos una buena sesión de sauna y una maravillosa ducha después. Es hora de dormir, mañana es el día más importante de todos, el último completo, el más esperado, el más emocionante y, por qué no decirlo, el que vamos a pasar más doloridos por las agujetas. 


Día 6: Viernes 17 de Diciembre

Por suerte hoy no es un día que necesitemos madrugar mucho. Ya estamos acostumbrados así que sobre las 8:00h estamos en pie, pero nos sabe a gloria esa hora de más en la cama. Vamos a desayunar con calma pero el ambiente hoy es diferente, en el Kultala vemos muchas familias con niños que se han despertado a esa misma hora, tenemos la teoría que somos nosotros que llegamos a la hora en la que ellos siempre desayunan, porque siempre venimos a primera hora y estamos casi solos. 

Volvemos al chalet para prepararlo todo. Lo más importante: las cartas. Si, hoy es el gran día, ¡vamos a visitar la casa de Papa Noel! 

A las 11h bien puntuales estamos todos en el autocar, esta vez somos todo el tour completo, los dos grupos. Se nota que los niños están muy nerviosos. Bajo el mono térmico todos llevamos nuestros mejores jerséis navideños porque la ocasión lo requiere. De camino el guía nos empieza a explicar que vamos a hacer. Cuando lleguemos Papa Noel… mejor dicho: Joulupukki, no estará listo, porque le gusta despertarse tarde. 

Joulupukki

Joulupukki es el nombre saami de quien en España es conocido como Papa Noel, o como Santa Claus en otras partes del mundo.

Una vez paramos vemos una preciosa casa Roja rodeada de naturaleza (nevada). Nos reciben dos simpáticos Tonttus. Y no, no he faltado al respeto a esa pobre gente. Ese es el nombre finés de los elfos y para los niños hispanohablantes es muy divertido nombrarlo constantemente. Ellos van a ser nuestros guías en toda nuestra estada en los exteriores y en el interior de la casa.

La casa de Joulupukki
La casa de Joulupukki

Antes de entrar bajamos por una pequeña cuesta donde al final podemos ver un enorme lago helado, es realmente precioso. Y allí mismo hay una gran cantidad de trineos con los que los niños pueden lanzarse desde una pequeña ladera hasta llegar al hielo para seguir deslizándose aún más. Todas las criaturas corren a coger su trineo y se lo pasan en grande haciendo carreras, los padres también lo disfrutamos mucho. Allí estamos un rato hasta la hora de comer que volvemos a subir hacia la casa pero nos quedamos a medio camino para entrar a una cabaña de madera. 

Recibiendo instrucciones de los tonttu
Recibiendo instrucciones de los tonttu

Dentro de la cabaña nos sentamos todos y nos ofrecen nuestro preciado té de frutos rojos, una sopa y una salchicha con pan, a mí me ofrecen una hamburguesa vegana. Allí estamos un rato comiendo, charlando y riendo. 

Al finalizar el almuerzo ya ha llegado el momento más esperado. Nos dirigimos hasta la casa de Joulupukki. Una vez dentro nos quitamos todos nuestros monos y dejamos nuestras pertenencias. En el descansillo podemos ver fotos de celebridades que han estado en la casa. Entramos y allí están Joulupukki i Joulumuori (mama Noel) sentados en sus sillones rodeados de niños todos bien sentados en el suelo esperando a que nos cuenten cosas interesantes sobre su vida en Finlandia y su trabajo. Todos nos quedamos en silencio y uno de los Tonttus empieza a hablar, nos cuenta que Joulupukki sabe hablar algo de Español pero que se comunicará en inglés y él lo irá traduciendo. 

Nuestro amado Papa Noel empieza a explicarnos que nos encontramos en su casa, donde él y su mujer pasan sus momentos de “vacaciones”. Normalmente trabaja en Rovaniemi y además tiene una gran fábrica de juguetes en Korvatunturi, una montaña en la frontera con Rusia. Mientras habla, todos los niños lo miran con atención. Nos continua diciendo que está muy feliz de vernos allí y que hoy quiere que los niños le ayuden a ella y a su esposa siendo Tonttus por un día. Así que uno por uno va llamando a todos los niños allí presentes para colocarles el gorrito típico de los elfos. 

Cuando finaliza este ritual, la primera misión como elfos es ayudar a Joulumuori a hacer galletas de jengibre y bollos. Hay una gran mesa preparada donde todos los niños convertidos en elfos se colocan a su alrededor mientras mama Noel hace la masa. Cuando está lista, da un trozo a cada niño para que la extienda y la corte con diferentes moldes con formas típicas navideñas. Una vez colocadas todas en las bandejas es el turno de los bollos. Los niños decoran cada uno el suyo con pasas haciendo formas y dibujos. 

Haciendo galletas con Joulumuori
Haciendo galletas con Joulumuori

Mientras los niños se dedican a hacer de reposteros, los padres podemos beber algo caliente y también de manera ordenada, pero informal, vamos haciéndonos fotos de familia con Joulupukki que siempre tiene una buena palabra y una sonrisa para todos. Incluso, con su español macarrónico nos permite grabar videos para familiares y amigos deseándoles feliz Navidad. Todo es espontaneo y muy familiar. 

Mientras las pastas se van horneando llega el momento de hacer postales de navidad con pegatinas y recortes, luego, nuestro querido Abuelo de la Navidad nos la puede firmar o se la podemos entregar como obsequio si los niños así lo desean. 

Los padres, por otra parte, podemos enviar una postal desde el polo norte hasta nuestra casa como recuerdo especial para nuestros hijos. Un detalle precioso que los niños guardarán con cariño, seguro. 

Poco a poco llegamos al final de la jornada y los niños se vuelven a reunir alrededor de Joulupukki. Ahora toca despedirse pero antes, nos tiene preparados una sorpresa. Entrega un regalo a cada uno de los niños uno por uno, una vez más y a su vez, ellos le entregan las cartas con sus deseos para Navidad. No pueden abrir el presente aún, primero tenemos que celebrar esta maravillosa jornada cantando una simpática canción en finés que los niños le dedican siempre la noche de Navidad. 

Cuando acabamos la canción, como buenamente hemos podido, es hora de abrir los regalitos y los niños descubren emocionados a un pequeño Rudoph de peluche. 

Todos nos despedimos de nuestros increíbles anfitriones y Aina recibe un cariñoso: “pequeña Aina, Hei Hei!” Que nos encoge el corazón. Desde luego, esta experiencia no la vamos a olvidar nunca. 

Volvemos a Rukan Salonki cuando ya ha anochecido del todo. Todos los niños están completamente dormidos durante el trayecto. La emoción les ha dejado exhaustos. Al bajar del autocar decidimos no pasar por la cabaña y coger directamente el autobús hacia el Ruka Village para hacer lo que ayer dejamos pendiente. 

Al llegar recorremos varias tiendas en busca de souvenirs. Compramos algunos recuerdos para la familia, postales para el colegio de los niños, algo de comida típica para preparar en la cena de Navidad y para cada niño un peluche o juguete que les guste como recuerdo. También miramos algo de ropa y material de esquí pero no nos decidimos por nada. Por último volvemos al supermercado para buscar alguna cosa para picar y, sobre todo, el refresco de limón que compramos el otro día, que estaba delicioso. No encontramos uno exactamente igual pero nos sirve. 

Noche de fondue en el Kymppi
Noche de fondue en el Kymppi

Volvemos al Rukan Salonki y vamos directos a dejar las compras y las cosas que hemos acumulado durante el día. No tarda mucho en hacerse la hora de la cena y hoy vamos a un restaurante diferente. Llegamos al restaurante Kymppi, que se encuentra al lado de la zona de deporte, donde nos preparamos para degustar una deliciosa fondue. Disfrutamos de una agradable cena, probamos cerveza Lapona y nos vamos despidiendo poco a poco de todo el entorno que hemos disfrutado durante una semana. 

El día acaba, otra vez, sin poder ver la Aurora Boreal, si podemos hablar de alguna decepción en este viaje es sin duda esto. No hay culpables, es cuestión de suerte, pero es una espinita con la que nos marchamos. 

Nos disponemos a pasar nuestra última noche en nuestra cabaña. Antes, lo dejamos casi todo preparado para que mañana solo tengamos que ultimar detalles. 


Día 7: Sábado 18 de diciembre

Empezamos nuestro día de regreso acabando de preparar el equipaje y, una vez más, vistiéndonos para ir a desayunar al Kultala. Nos despedimos de nuestro restaurante de cabecera durante la semana con pena, hemos comido realmente bien estos días. 

Volvemos para ultimar detalles y hacemos una última escapada a los trineos para dejarnos buen sabor de boca. 

Rukan Salonki Resort

Instalaciones

Mantenimiento

Servicio

Comida

Una semana de ensueño

Aunque el resort está muy bien comunicado, está aparentemente en medio de la nada, gracias a la enorme cantidad de nieve que cae en Laponia en invierno.

Si tenemos que ponerle un ‘pero’, sería que la comida, aunque muy buena, ha sido poco variada a lo largo de la semana.

Eso sí, este ‘pero’ no quita que nos hayamos quedado con unas ganas enormes de repetir la experiencia, en invierno o en otra época del año.

Experiencia global

A las 12h estamos listos para dejar la cabaña y antes de la hora ya hay gente revisando que todo este correcto. Nos extraña que no esperen a que nos vayamos pero nos quedamos tomando un café tranquilamente mientras hacen su trabajo. 

Nos despedimos de nuestra cabaña nº 3
Nos despedimos de nuestra cabaña nº 3

El autocar para en la puerta igual que el día en que llegamos, para facilitarnos subir las maletas. Somos los últimos otra vez, así que en cuanto entramos partimos hacia el aeropuerto. 

Antes de ir hasta nuestro último destino paramos en una área de servicio con dos grandes tiendas de recuerdos. Esto nos permite acabar de hacer las últimas compras y ver un poco de artesanía y productos típicos que no habíamos visto en Ruka Village. Algunos aprovechan para comer algo pero nosotros no tenemos hambre aún, así que esperaremos a llegar al aeropuerto. 

En total estamos aproximadamente una hora en las tiendas y regresamos al autocar. No tardamos más de 10 minutos en llegar a nuestro destino. 

Cuando llegamos definitivamente al aeropuerto nos despedimos de nuestros guías, sobre todo de Jon, estamos profundamente agradecidos por el acompañamiento que nos ha hecho durante toda la experiencia que hemos vivido. Hacer éste tour con Catai ha sido todo un acierto: la organización, los detalles con los niños, las actividades… todo ha sido de diez. 

Hacemos el check-in y el control de seguridad sin mayor problema. Al llegar a la zona de embarque hay muchísima gente esperando los vuelos y el espacio es realmente pequeño. Compramos unos bocadillos para quitarnos un poco el gusanillo. En la tienda de souvenir vemos unos bombones que hemos comido estos días porque nos los han ido dejando de cortesía y compramos una caja porque nos encantan a todos.

Termina nuestra navidad en Laponia
De camino al avión

El avión está listo y el personal nos invita a pasar la puerta de embarque. Al salir a la pista ya ha anochecido y hacemos a pié el mismo recorrido que a la ida, pero a la inversa. Eso acentúa aún más la sensación de nostalgia. Nos despedimos de esos maravillosos paisajes, de la fascinante experiencia que hemos vivido y de la increíble gente que hemos conocido. Despegamos con unos minutos de retraso que no afectan a la llegada y el vuelo no se hace para nada largo. 

A las 21:50h, hora española, aterrizamos en Barajas y nos toca estar en la cinta del equipaje casi una hora hasta que recuperamos nuestras maletas. En la puerta ya nos espera el taxista. No es el mismo que nos llevó la semana pasada, pero por lo visto se van coordinando entre unos cuantos y siempre hay alguien disponible. Subimos a la furgoneta y ponemos rumbo al centro de Madrid. Hoy dormimos en el hotel Petit Palace Lealtad Plaza, muy bien situado y con desayuno incluido, esta vez. 

Llegamos y las habitaciones son muy amplias y con una litera para los peques: parece que hemos hecho una muy buena elección. Mañana volvemos a Barcelona en AVE después de comer y hoy toca descansar después de un día ajetreado para todos. 

Estamos cansados, pero sobre todo abrumados por todo lo que hemos vivido durante esta semana, no nos podemos creer que ya haya finalizado el viaje que llevábamos tanto tiempo esperando. Éste quizás ha sido el viaje más especial que hayamos hecho en familia y creo que va a ser muy difícil superarlo. Laponia es un destino único y muy recomendable para todo el mundo, pero con niños se hace más idílico, si cabe. Solo nos queda esa espina por no haber visto la aurora boreal, así que ya tenemos excusa para volver a esas latitudes. ¿Tromsø e Islas Lofoten, quizás? 

¡Nos vemos en la siguiente aventura!

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Alba es una exploradora nata y disfruta intensamente de todo lo relacionado con viajar: desde buscar vuelos y hoteles en sitios remotos con un año de antelación hasta mirar y remirar las fotos cuando ya hemos vuelto a casa para revivir esas ansiadas vacaciones. Pero lo que más le gusta es empaparse de toda la información posible antes de visitar un lugar nuevo, para vivirlo al máximo.

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